La emoción conmovió a todos. Virginia arribó en la dotación que une Tucuman con Serodino anoche y se encontró con un recibimiento especial: Su hija, la pareja de ella y sus nietos la esperaron con un cartel de bienvenida. Hacía al menos cuatro años que no se veían, entre la pandemia y la distancia. El tren los volvió a unir.
Guada es la hija de Virgina, vivía en La Quiaca cuando conoció a su esposo de Serodino. Decidieron venir a vivir a la región y formaron su familia que coronaron con tres niños: Benjamin, Mariano y la pequeña Isabella.
Por su parte, Virginia tiene una vida activa como escritora, titeretera y adora a los chicos. Pero esta vez, sus nietos la sorprendieron a ella: Pintaron un cartel de bienvenida donde dibujaron la casa de Tucuman rodeada de montañas y el tren que la dejó anoche en el andén de Serodino.
En diálogo con IRE, Guada su hija explicó: “Hace más de cuatro años que no nos vemos. Ella vino por última vez para el nacimiento de mi hija. En tren es la primera vez que viaja. Le comente que habían inaugurado la estación, que estaba hermosas y no dudo en venir”.
Anoche la emoción invadió a propios y ajenos, la alegría de los chicos esperando a su abuela para abrazarla y de la mujer después de tanto tiempo plasmó un reencuentro especial: “Fue re emotiva su llegada. Se re sorprendió, se bajó llorando cuando lo vio a Benja acercarse con el cartel”. Y no dudó: “También fue muy significativo para Los chicos”.
La posibilidad de subirse a “la estrella del norte” los estimula a pensar que estarán más cerca. Durante las 24 horas del viaje hizo amiguitos y les leyó cuentos. El plus fue que “venía colmado con familias, la mayoría numerosas con muchos niños”.
Reconoció que el servicio ferroviario de pasajeros es “increíble y seguro”. Quizas la crítica sea la dificultad para conseguir los pasajes que se venden muy rápido, pero nada les impide sentirse más cerca. Ellos también están “unidos por la vuelta del tren”.