Es muy jóven pero su porte y responsabilidad marcan presencia. Thiago encontró en la historia su pasión, pero ese amor tiene un nombre: Sofía. Fue su abuela quien con paciencia y ternura le mostró el camino de las anécdotas. El valor de lo vivido, de los protagonistas, de las familias. Así empezó a recolectar fotos, luego sumó elementos antiguos y hasta encontró documentos. La muestra en el día del pueblo, en el templo, fue una bisagra para cruzar el umbral de los recuerdos. Y ya sueña con una exposición permanente.
El 4 de octubre se celebraron las fiestas patronales en Maciel en honor a San Francisco de Asis, hubo actividades todo el día con reconocimientos y shows. Pero un tinte especial le dio el proyecto de Thiago Haas. El muchacho de 18 años que aprovechó el salón de la iglesia y visibilizó la historia.
Estaba previsto que la muestra dure de las 9 de la mañana hasta las 16 horas, pero el caudal de vecinos fue tal que estuvo hasta el cierre del evento ya caída la noche. La sorpresa en la comunidad fue enorme, y sobre todo gratificante.
En diálogo con IRE, Thiago confió: “Me vine muy contento por la cantidad de gente que se interesó por el museo”. Agradeció el apoyo de la comuna local y de todos los que aportaron elementos: Desde muebles, cámaras, teléfonos, fotos y algunas sorpresas extra.
El coleccionista José Borris fue uno de ellos, que “me prestó algunos objetos y también los expuso en la muestra, los muebles son de familias del pueblo que también los prestaron, la gente colaboró, no todo me pertenecía”.
Por su parte, el marco también le aportó mística: “El padre Fernando pidió autorización para hacer la exposición en el templo, nunca se había usado para otras cosas más que para misa, incluso es parte de la historia también”.
Familias enteras pasaban observando las postales divididas por apellidos, las vitrinas estaban cómodamente ubicadas: “La gente se emocionó al encontrarse en fotos. Hay quienes no tenían esas copias y me pidieron que les haga, o fotos que no habían visto nunca de sus padres o un familiar”.
Entre los objetos más llamativos describió: “El vestido de novia me lo facilitó un chico de Rafaela, me lo mandó por una encomienda, eso llegó a último momento. Justo tenía la foto y qué más lindo que exponerlo. La verdad es que llamó mucho la atención, al igual que el cuadro donde había novios y distintos elementos de la foto, como los guantes y el ramo de novia”.
De museo virtual a el sueño del lugar propio
Todo nació en casa y en familia, narró Thiago: “Cuando empecé iba a séptimo o primer año aproximadamente, había un lavadero en casa, donde encontré una caja de fotos de mis bisabuelos y así empecé a buscar, hablé con mi abuela y le preguntaba quien era este y quien era aquel, a ella le encanta también y me empezó a contar historias, sobre su familia de Maciel”.
Así fueron los inicios que gestó este proyecto especial y además su pasión por la historia: “Empecé a interesarme por la historia del pueblo, porque todo se entrelazaba con otra historia. Entonces ahí comencé a golpear puerta por puerta. Me acuerdo que la primera fue la de una vecina en frente de mi casa, Vilma Fabro, quien ya no está físicamente pero la tengo muy presente y a ella también le gustó la idea”.
A todos les llamaba la atención “que a un chico tan jóven que le interese la historia”. Y como cada vez había más archivos “una noche de septiembre de 2018 estábamos sentados en la mesa y mamá me dijo -¿Por qué no haces un museo virtual?-, le respondí que bueno, que iba a probar”.
Comenzó a darle forma y creó el perfil de Museo de Maciel: “Elegí facebook, por cuestión de rengo de edad. Hice el museo virtual y subí una foto recordando a un hombre, Francisco Pérez, que le habíamos regalado un piano, que había fallecido hacía muy poco”.
Sin pensar que iba a tomar gran preponderancia y su rol sería determinante en la historia de la capital provincial del tango: “Se empezó a sumar gente y empecé a llamar, contactar y así llegué a tener más de 16.000 fotos. Nunca pensé que iba a conseguir tanto, jamás me imaginé que la gente me iba a llevar el apunte en todo esto, como objetos también, hay radios, muebles, máquinas de escribir”.
Cierto es que la musa está intacta, y es la magia de vincularse con Sofía: “Es un laburo, pero yo lo hago con amor y pasión, yo quiero a Maciel, me siento todos los mediodías a tomar mates con la abuela de 88 años, nació en esta casa y se crio aca, tuvo todo acá, con Maciel tiene un cariño importante, ella me ayuda para ir reconociendo quienes son”.
Todo está clasificado por institución y por familia y hay material para rato: “Tengo imágenes que todavía no clasifiqué en valijas antiguas y un álbum con papeles del pueblo, recibos, facturas y demás desde el 1900 al 1970 aproximadamente”.
El museo fue tomando cuerpo y forma y cada minuto que Thiago le destinó, se nota. Fue lo que quedó en evidencia en el día del pueblo y sorprendió a la comunidad: “Después de la exposición me llamó mucha gente para darme cosas y eso también lo agradezco porque a veces no saben que hacer y termina en la basura”.
Al despedirse el joven de Maciel fue sincero pese a que no va a dedicarse a la historia y reveló el secreto que lo mantiene activo en el proyecto: “Siento pertenencia por Maciel, nací acá, quiero vivir toda mi vida o espero volver siempre al pueblo. La región y muchas familias están conectadas. Quiero rescatar toda la historia de los pueblos y de la región”.